En la Ciudad de México pocos creían que las autoridades lograran aprehender al ex Gobernador de Sonora Guillermo Padrés, y no se equivocaron, pues si el panista terminó en la cárcel no fue por un trabajo de inteligencia policial, sino porque se entregó.
De acuerdo con la encuesta de Parametría en La Capital, aplicada antes de la entrega voluntaria de Padrés, sólo un tercio de la ciudadanía creía que iba a ser aprehendido por la autoridad.
El 36 por ciento de los entrevistados antes de la detención del panista confiaba que éste sería capturado por las autoridades, en tanto que el 30 por ciento afirmaba que no sería aprehendido y el 34 por ciento no manifestaba opinión.
En tiempos en los que parece moda que los gobernadores estén prófugos, la gente ya emitió su juicio respecto a sus presuntas responsabilidades: en el caso del sonorense, prácticamente la mitad de los entrevistados lo consideran culpable de los delitos que se le atribuyen.
Eso sí, fue un tema que no pasó desapercibido, pues la mayoría se enteró de la orden de aprehensión que estaba girada en su contra.
Por lo pronto, en cuanto a gobernadores presos se trata, en este país parece que aún faltan buenas noticias.
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