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Las bases sociales de López Obrador

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Por: Milenio
La semana pasada, Francisco Abundis publicó un sugerente artículo que analiza quiénes eligieron a López Obrador (MILENIO Diario, 10/VII/18). Desde una perspectiva sociodemográfica, los resultados permiten desprender un buen número de hallazgos. Uno de ellos demuestra que un segmento importante de la clase media se inclinó por López Obrador. Los hombres jóvenes, «entre 26 y 35 años, con mayor escolaridad e ingresos en su mayoría» se inclinaron por el tabasqueño. Se deduce que el mensaje obradorista penetró a una parte significante de los llamados millennials (22-37 años): obtuvo 63 por ciento de los sufragios. Este grupo social se inclinó por el candidato de mayor edad y subvaluó al joven Anaya, y más todavía a Meade. Sin duda falta una investigación que profundice este hallazgo pero, puede decirse, que el electorado joven es uno de los pilares del triunfo de López Obrador.

Si se toma en cuenta la escolaridad, el dato también resulta sorprendente: 65 por ciento de aquellos con estudios universitarios o más (licenciatura, maestría, doctorado) se inclinaron por AMLO mientras 59 por ciento de los que habían terminado los estudios preparatorios hicieron lo mismo. Con base en estos datos puede sugerirse que el factor educacional y el voto razonado guardan una

AMLO también fue preferido por 64 por ciento del segmento de población con mayores ingresos (médicos, académicos, profesionales en general). Es bien sabido, como lo apunta Abundis, que hay una correlación estrecha entre educación e ingreso lo que sugiere la emergencia de una ciudadanía con nuevos rasgos cívicos y políticos. Si se comparan estos indicadores con los números obtenidos por el candidato del PRI, las diferencias son significativas, las que por cierto corroboran las tendencias que vienen del PRI del siglo pasado. Meade obtuvo sus mayores porcentajes entre las personas sin estudios o con solo primaria. La fuente de la abundancia priista, desde siempre, fueron siempre los sectores más pobres. No era, por tanto, extraño observar que estados como Chiapas, Guerrero, Oaxaca, entre otros, ofrecían casi 100 por ciento de la votación a los candidatos priistas. En contraste, la oposición al priismo del siglo pasado provenía de los estados más ricos (Sonora, Nuevo León, Ciudad de México, Chihuahua). Ese voto opositor era mayoritariamente panista. Lo anterior apunta a que el virtual presidente electo pudo acceder a grupos disímiles. Reunió al voto duro representado por las clases populares con el de un segmento importante de la clase media. Esta conjunción define un perfil ciudadano diferente: por una parte hace posible entender porque AMLO arrasó en 31 de las 32 entidades federativas. Por otra parte, revela que la ciudadanía escaló varios peldaños: se convirtió en un ente más participativo. En consecuencia, hay más posibilidades de exigir que cristalice una promesa de AMLO: hacer un buen gobierno y ser un buen presidente. Las condiciones están dadas. Veremos qué pasa.

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