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Cuando despertaron, el dinosaurio todavía estaba allí: más partido

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Por: Milenio

Los procesos electorales tienen como propósito expresar las preferencias sobre el tipo de gobierno que desea una sociedad. La idea es que una vez transcurrido este proceso político, los ciudadanos regresan a su vida cotidiana. Las democracias más consolidadas ven las elecciones como trámites en los que por un breve periodo de tiempo ?durante las campañas políticas? se altera la normalidad. La última elección presidencial en Estados Unidos no parece cumplir con varios de estos supuestos. En algún sentido, la elección no se ha acabado y el ciudadano no puede regresar a su vida cotidiana.

La petición del recuento de votos por parte de la candidata del Partido Verde, Jill Stein, en tres estados clave ?Michigan, Pensilvania y Wisconsin? para decidir la elección presidencial es solo un síntoma de esta situación. Ella sabe que este recuento no cambiará la elección pero considera que las «anomalías estadísticas» ameritan el recuento «para estar seguros que hay un sistema electoral justo, seguro y preciso».

Lo cierto es que este recuento no es más que otra muestra de que Estados Unidos es un país dividido y aún más grave, polarizado. Las manifestaciones en contra de Trump porque perdió el voto popular por dos millones de votos y su infundada respuesta de que el hubiera ganado el voto popular si se descontaran los «votos ilegales», dan cuenta del mismo fenómeno: polarización.

Las manifestaciones en contra de los asesinatos de afroamericanos por parte de la policía en distintas ciudades también son evidencia de este diagnóstico. Las imágenes que observamos en medios electrónicos, tanto de estos asesinatos como de las repercusiones en sus comunidades, hablan de una sociedad dividida. En ciudades como Los Ángeles, Las Vegas, San Antonio, Oklahoma, o Albuquerque, el número de muertes de afroamericanos rebasa con mucho el promedio nacional.

La pregunta ante este diagnóstico es: ¿Trump dividió a la sociedad estadunidense o ya estaba dividida? Los números y la tendencias de opinión parecen revelar que es más lo segundo y Trump antes candidato, ahora presidente, no fue más que un activador de estas tendencias que se han pronunciado con el tiempo.

Demográficamente nunca habían votado más dividido. Los resultados de las encuestas de salida así lo describen por género, raza, escolaridad, lugar de residencia, urbanidad. Sin embargo, tal vez la parte más importante de esta división es la ideológica o temática.

La encuesta realizada por el Pew Research Center, semanas previas a la elección presidencial, revela las diferencias entre los partidarios de Trump y Clinton. Estas diferencias se manifiestan en los temas y problemas más relevantes para el país, según los estadunidenses.

Para los partidarios de Trump los problemas más relevantes en Estados Unidos, en orden de importancia, son la inmigración ilegal (79%), el terrorismo (74%), oportunidades laborales para la clase trabajadora (63%), la adicción a las drogas (62%), oportunidades laborales para todos los estadunidenses (58%) y el crimen (55%).

En cambio, quienes apoyaron a Clinton, consideran que los problemas con mayor prioridad para EU son la violencia armada (73%), la brecha entre ricos y pobres (72%), el cambio climático (66%), acceso a la educación universitaria (66%), racismo (53%), las condiciones de infraestructura vial (46%) y el sexismo (37%). Llama la atención el amplio margen de este último tema, el cual solo tuvo 7% de importancia para los votantes de Trump. Las diferencias sobre los problemas prioritarios son abismales.

Ante la gestión del próximo gobierno se les preguntó a los votantes si preferían soluciones rápidas, pero con un posible riesgo de empeorar las cosas, o soluciones ya probadas y a largo plazo. Los votantes en general se inclinan más a la segunda opción (65%): soluciones graduales. Sin embargo al analizar la opinión según el voto, se aprecia que más de la mitad de los partidarios de Trump (53%) apoyan las soluciones rápidas pero con riesgo a empeorar las cosas. Una gran parte de los votantes de Clinton apoya realizar planificaciones a largo plazo (84%). De allí que se tema que las medidas intempestivas de Trump puedan tener algún grado de apoyo.

Existe una percepción mayoritaria de que la situación de los problemas del país ha empeorado. Donde se observa la evaluación más negativa son en temas como las relaciones raciales (67%), la posición mundial de EU (61%), el crimen (57%) y la situación de los inmigrantes (55%).

Sin embargo, los votantes de Clinton observaron mejoras en la economía y los empleos. Se observa que los votantes de Trump tienen la evaluación más negativa hacia la administración de todos los temas. Consideran como los temas que más empeoraron durante la gestión de Obama a la posición internacional de EU (87%), la situación de los inmigrantes (86%), el crimen (78%) y las relaciones raciales (78%). Es por ello que cualquier medida radical migratoria es de esperarse.

Lo mismo ocurre con la posibilidad de mejorar el funcionamiento del gobierno. Hay más personas que creen que con Trump es más probable que suceda eso que con Clinton (44%-37%). Con respecto a que si mejora o no la situación de EU en el mundo, la opinión cambia. Esta vez los encuestados creen que con Clinton es más probable que mejore la situación mundial del país que con el republicano, aunque la brecha es de seis puntos (48%-42%). Situación similar ocurre cuando se les pregunta a los votantes por quién de ambos candidatos establecerá una alta moral para la presidencia. Clinton vuelve a superar a Trump en las posibilidades de que sí suceda esto en su hipotético gobierno (42%-38%).

Tal vez una de las divisiones más preocupantes se refiere a los valores. Quienes votaron por Hillary Clinton se consideran en su mayoría personas de mente abierta (87%), con valores como la compasión y la solidaridad (75%), con interés en viajar a otros países (56%) y enfocados en su carrera y vida profesional (38%). En cambio los partidarios de Trump se describen como personas tradicionales (72%), como el típico estadunidense (72%), con el honor y el deber como valores fundamentales (59%) y trabajadores de «cuello azul» (33%).

Se observa un gran diferencia entre los votantes de Clinton y Trump ante el apoyo de causas como el uso de armas, el feminismo y el movimiento pro afroamericanos. Los votantes de Trump apoyan mayoritariamente causas relacionadas con el uso de armas, como la Asociación Nacional de Rifle (NRA). Por otra parte, los partidarios de Clinton se consideran feministas (38%), apoyan los derechos de la comunidad homosexual (66%) y apoyan los derechos raciales de los afroamericanos (53%). Es interesante apreciar el gran margen que hay entre los partidarios de ambos candidatos. El apoyo al NRA lidera la brecha de opinión entre ambos grupos de partidarios (61 puntos), seguido de los derechos de afroamericanos (47 puntos), los derechos LGBT (42 puntos) y el feminismo (33 puntos).

Lo que sugiere esta revisión de datos es que nuestros vecinos están divididos como nunca antes en temas fundamentales de su política pública. La elección no resolvió las diferencias sociales, en todo caso las politizó y polarizó. Un análisis de estas diferencias nos puede dar un mapa de donde están nuestros mayores peligros. Porque como es evidente, la resolución de algunas de estas diferencias pasa por nuestro país.

* Fundador y director de Parametría

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