MENUMENU

Confianza y legitimidad

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Por: La Capital

La encuesta de Parametría nos dice lo evidente: las instituciones políticas de la recién nacida Ciudad de México pasan por una crisis importante de legitimidad democrática.

La sociedad las rechaza, sobre todo a quienes forman parte de ellas. El descontento ha ido en aumento y no hay nada que parezca que pueda revertir esa tendencia.

Si bien no sorprende el hecho de que la Iglesia, los amigos y la familia salgan en esta encuesta entre las ?instituciones? sociales con mayor aprobación ?sucede a nivel nacional-, llama fuertemente la atención los bajísimos porcentajes de aprobación de las demás instituciones.

¿Qué ha pasado? ¿Qué nos ha llevado a tener instituciones con ese desprestigio popular? A pesar de ser una ciudad moderna en términos de derechos y en cuestiones como movilidad social, tenemos una clase política poco moderna.

Paz decía en los años 70 sobre el Estado mexicano: es ?un Estado que moderniza, pero que no se moderniza?.

Quizás algo de eso estemos viviendo en la Ciudad: un gobierno y una clase política que presumen tener una ciudad de vanguardia en múltiples campos como derechos, vialidades, pluralidad social y que, sin embargo, se rehúsan a modernizar sus prácticas, su forma de negociar, su actuar público.

Lo hemos visto en innumerables ocasiones: en el caso Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, en la forma en que se tramitaron las irregularidades de la Línea 12 y en la gestión nefasta de Ricardo Monreal como Delegado.

Frente a este panorama poco esperanzador, ¿qué puede hacer la clase política local para recuperar prestigio y reconocimiento? Creo que el caso del City Manager de la Delegación Miguel Hidalgo puede ser un ejemplo para muchos.

No quisiera en este momento detenerme en el debate sobre el uso de Periscope y los innegables riesgos y abusos que conlleva y que, de hecho, se han cometido.

Más allá de esto, creo que por primera vez en mucho tiempo presenciamos a un funcionario público a quien no se le cuestiona su honestidad o la intención de su actuar; un funcionario que parece estar desligado de vínculos indeseables y que motiva su actuación en los principios elementales del servicio público. Un funcionario, pues, que cumple con su encomienda. Quizá haciendo lo mismo, la tendencia podría empezar a revertirse.

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