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Sondeos Políticos

Los sondeos políticos no han muerto aún

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El pasado 28 de enero se publicó en el diario estadounidense The Washington Post un artículo titulado “Political polling isn’t dead just yet”, el cual fue escrito por David Dutwin.

Parametría considera importante dar a conocer esta opinión sobre el papel de las encuestas en la democracia y los retos que enfrentan para tener mejores mediciones.

Los sondeos políticos no han muerto aún

David Dutwin

Las encuestas están bajo asedio. Los recientes fracasos de las encuestas electorales en Gran Bretaña, Israel y en las elecciones intermedias en algunos estados relevantes en los Estados Unidos han sido atribuidos directamente a la creciente falta de disposición de muchos norteamericanos a participar en sondeos (lo que la industria denomina “índices de respuesta decrecientes”). En el Congreso, algunas personas han llamado a reducir de manera significativa el financiamiento de los censos y a convertir en voluntaria la recopilación de datos para la Oficina de Censos, a pesar del papel crucial que esos datos tienen para cientos de decisiones de políticas del gobierno –además de su importancia para las empresas que usan esos datos para una amplia gama de toma de decisiones estratégicas.

Sin embargo, con perdón de Mark Twain, la simple verdad es que la muerte de las encuestas altamente precisas, basadas en las probabilidades y rigurosamente científicas, ha sido sumamente exagerada. Las encuestas cumplen un papel crítico en la democracia y, contrariamente a la opinión de los críticos escandalosos, continúan proporcionando estimaciones altamente precisas de la opinión pública.

Estudios recientes que se llevaron a cabo sobre encuestas telefónicas del Pew Research Center, ABC-Washington Post y CBS-New York Times encontraron que las inexactitudes en las encuestas han aumentado poco en los últimos 20 años, a pesar de que los índices de respuesta han disminuido de aproximadamente un 30 por ciento a cifras de un solo dígito.

Ciertamente, las estimaciones reportadas no muestran ningún aumento en el bias (sesgo), como lo demuestra el cuadro que aparece abajo. Los sondeos aleatorios llevados a cabo por medio de teléfonos celulares, alcanzan a amplios sectores de norteamericanos con notable precisión, de acuerdo a elementos demográficos clave, como edad, raza y nivel de educación. Es fácil afirmar que los “milenials” (jóvenes nacidos unos años antes  del cambio de milenio) no utilizan su teléfono para nada excepto para enviar y recibir mensajes de texto, pero cuando el teléfono suena, ellos lo contestan. (Podría decirse que, al no haber experimentado el telemárketing excesivo por medio de los teléfonos fijos durante la última década, ellos se relacionan con los sondeos telefónicos con menor,  y no mayor, reticencia).

Errores en las encuestas de CBS/NYT/WP/Pew,

Índices  de respuesta superpuestos 1999-2014

Otra evidencia de la resistencia a los errores que tienen los sondeos proviene del recopilador de encuestas Nate Silver, quien examinó qué tan lejos de lo correcto estaban las predicciones en casi cada elección efectuada en los Estados Unidos desde el año 2000. Notablemente, Silver no identificó ninguna disminución en la exactitud de las encuestas en las elecciones presidenciales, o para gobernadores, diputados o senadores.

Y esto tiene sentido. Desde el punto de vista científico, no importa si 1 de cada  5, o 4 de cada 5 norteamericanos les cuelgan el teléfono a los encuestadores,  mientras que los que cuelgan el teléfono sean generalmente similares a los que participan. Aunque existen diferencias entre los que participan y los que no participan, en casi 20 años de investigación encontramos que hay muchas más similitudes que diferencias entre los dos grupos. Probablemente sería más beneficioso para la democracia si más personas eligieran participar en las encuestas, pero, al mismo tiempo, la falta de participación no tiene un efecto significativo sobre la precisión en general.

Precisión en las Encuestas en EEUU, 2000-2012

Error en el margen de voto entre candidatos en encuestas preelectorales.

La exactitud simplemente no es de interés para los medios.

Cuando los encuestadores “fallan”, esto  inevitablemente llega a las noticias en grande. Eso es cierto desde 1948, cuando algunos encuestadores pronosticaron que Thomas Dewey le ganaría a Harry Truman. No es precisamente de interés periodístico hablar del hecho que desde entonces los encuestadores han dado pronósticos correctos durante 64 años seguidos, hasta que en el 2012 una o dos compañías pronosticaron que Mitt Romney ganaría por un pequeño margen. Los encuestadores no son perfectos. Pero su exactitud es notable, aunque no necesariamente sea de interés periodístico.

Hoy en día, el campo del sondeo utiliza numerosos enfoques y diversas técnicas, y algunas encuestas son mejores que otras. Las alternativas de bajo costo y poca calidad respecto a los sondeos telefónicos tradicionales inevitablemente cometerán errores. Pero también las encuestas de alta calidad pueden estar equivocadas algunas veces, particularmente en una era de profundas divisiones partidarias, cuando muchas elecciones se caracterizan por victorias de uno o dos puntos, en lugar de triunfos arrolladores de 10 puntos.

Se ha dicho que el campo de las encuestas enfrenta un desafío único en cuanto a que la población que se está sondeando aún no existe en el momento en que se efectúa el sondeo. Se está encuestando a una población futura, o sea las personas que se presentarán en efecto en las casillas el Día de la Elección. Los encuestadores se apoyan en modelos estadísticos para cerrar la brecha. Y, como últimamente hay más variaciones respecto a quiénes se presentarán a votar, la presión para usar los modelos correctamente es mucho mayor. Se debe mencionar que estos modelos han funcionado muy bien durante décadas, y los desarrollos recientes prometen mantener, como mínimo, el nivel de desempeño del pasado.

El trabajo de realizar encuestas ha enfrentado desafíos en cada década de la edad moderna, y la industria les ha salido al paso y los ha superado uno por uno. El sondeo no es infalible, y nadie sabe lo que el futuro traerá. Seguramente habrá errores, pero las encuestas continúan siendo la oportunidad más confiable y segura para que la gente tenga voz.

Si te llaman, elige el derecho a ser escuchado (a) por sobre tu derecho a declinar. No debilites el papel que tienen las encuestas para la democracia con alegaciones sin fundamento sobre su deceso.

 

David Dutwin es el vicepresidente ejecutivo y jefe de metodología de SSRS, una empresa de investigación de sondeos cerca de Filadelfia. Es también un investigador principal en el Programa de Investigación de Opinión y Estudios Electorales en la Universidad de Pennsylvania y miembro del Consejo Ejecutivo de la “American Association for Public Opinion Research” (Asociación Norteamericana de Investigación sobre la Opinión Pública). Las opiniones que  expresa aquí son exclusivamente suyas.

 

Political polling isn’t dead just yet.

https://www.washingtonpost.com/news/the-fix/wp/2016/01/28/reports-of-the-demise-of-polls-have-been-greatly-exaggerated/

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