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¿Una Consulta sobre la Consulta?

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El llamado a la consulta sobre el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) nos obliga a los investigadores en opinión pública a una reflexión sobre la conveniencia de utilizar estos mecanismos para gobernar. La presente administración ha propuesto incorporar a su toma de decisiones mecanismos clásicos de democracia directa como el referéndum, el plebiscito o la consulta para resolver temas de política pública de naturaleza polémica. Lo interesante es que esta forma de gobernar en sí misma genera controversia. Por ello habría que preguntarse si no deberíamos hacer una consulta sobre la consulta.

Hay que recordar que vivimos en una democracia representativa en la que votamos cada tres o seis años por ciudadanos, sea en el ejecutivo o en el legislativo, que en principio tomarán mejores decisiones que alguien promedio. Ello implica que nos tienen que rendir cuentas por lo menos cada llamado a elecciones —eso es ahora más cierto que nunca con la figura de la reelección—.

La idea del pueblo “sabio” y que “no se equivoca” nos remite a debates clásicos de filosofía política. En el tiempo ha habido por lo menos tres posiciones sobre la participación de la opinión pública en las decisiones de gobierno: una posición pesimista, otra optimista y una tercera pragmática.

La visión pesimista asume que no todo mundo es apto para gobernar. Por ello hay que dejar el gobierno a los más capaces. La idea del “rey filósofo” de Aristóteles es uno de los mejores ejemplos de esta posición.  Se asume que la opinión pública o el ciudadano promedio no tienen mucho que aportar a los temas públicos.

La ilustración y movimientos como la Independencia de Estados Unidos o la Revolución Francesa dieron lugar a la posición optimista. La idea de que el pueblo es el soberano y debe participar en cualquier decisión de gobierno, fue ganando terreno conforme avanzó en occidente la postura de que la democracia era la forma ideal de gobierno. A esta la podríamos llamar la posición ganadora o la políticamente correcta.

Finalmente, con el tiempo se vio a la opinión pública o al parecer de los ciudadanos de manera más práctica, a esta posición se le conoce como la visión pragmática. Se consideró que independientemente de la forma de gobierno era mejor contar con el apoyo de la ciudadanía y hacerlos participes de la decisiones públicas. Si no se contaba con su apoyo era necesario tener argumentos para persuadirla en la discusión pública, para convencer o “moldear”. El mejor representante de esta posición es sin duda Maquiavelo.

El debate es añejo, no hay muchos elementos nuevos, salvo algunos académicos que han intentado aportar metodológicamente y actualizar la discusión.  Uno de los promotores de estos mecanismos y quien ha propuesto formas de mejorar las aportaciones de la opinión pública es el profesor de Stanford, Fishkin. Su modelo de “democracia deliberativa” propone que cualquier ciudadano bien informado puede tener un debate inteligente y llegar a la mejor decisión de una política pública.

La administración del Presidente Electo López Obrador empieza a presentar algunas similitudes con su ejercicio de gobierno en la Ciudad de México entre 2000 y 2006. Una de ellas es utilizar las consultas. Hay que recordar que decisiones tan importantes en su administración como la construcción del segundo piso del Periférico se sometieron a este mecanismo.

Las ventajas de la democracia directa son claras. Por mencionar solo algunas podemos decir que se genera un apoyo al gobierno en turno y a sus políticas públicas. Es evidente que a la gente le gusta participar en las decisiones gubernamentales y saberse incluida. Para efectos prácticos esto es cierto para cada decisión de gobierno.

Otra ventaja es el consenso que se forma. Una vez tomada una decisión gubernamental se suele dar mayor aceptación por parte de la ciudadanía. Cuando esta medida se toma con un mecanismo de consulta directa ese consenso es aún mayor. Una tercera ventaja es la percepción de mayor representatividad.

Sin embargo, también existen desventajas. Podemos mencionar algunas a manera de ejemplos tales como consultas que no sean representativas, que tenga un sesgo de origen o bien que pongan en discusión aspectos primordiales como los derechos.

Además, el nivel de involucramiento y por lo tanto de conocimiento de algunas políticas de gobierno suele ser muy bajo. La gente usualmente suele tener opiniones sin mucha información. A esto se podría agregar que el ciudadano promedio tiene dificultades para procesar una política pública compleja.

Por ello se puede afirmar que esto es más bien un debate abierto y frecuentemente depende de la política pública que se somete al mecanismo de democracia directa. Antes de realizar una consulta hay muchas preguntas que resolver. ¿Quién participa?, ¿A quién concierne?, ¿Quién hace las preguntas o las selecciona?, ¿Quién puede llamar a la consulta o referéndum?, ¿Con qué porcentaje se declara la validez de la consulta?, ¿Los resultados serán vinculatorios o no? Todo ello relacionado a la propuesta de consultar a las y los mexicanos sobre la construcción del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

Cómo muestra la medición realizada en vivienda por Parametría hay un gran consenso entre la gente de querer participar en el tema. Siete de cada diez consideran que la decisión de seguir o cancelar la construcción del AICM se debe tomar entre todos a través de una consulta. Sólo dos de cada diez mexicanos dijeron que prefieren que la decisión la tome el gobierno de Andrés Manuel asesorándose de expertos en el tema.

Es importante decir que no hay diferencias significativas entre la población general y los usuarios de los aviones en esta postura. En ambos casos, más personas quieren que la construcción del aeropuerto sea una decisión colectiva sobre una decisión técnica con expertos.

El debate público ha generado que más personas se interesen en el tema. Ocho de cada diez entrevistados en agosto de 2018 dijeron saber del nuevo aeropuerto que se está construyendo en la Ciudad de México, hace tres años el porcentaje que sabía del proyecto era de 71%.

Depende de cómo se planteé la pregunta se puede argumentar que el público está a favor o en contra de la construcción del aeropuerto. En las consultas se debe optar por realizar preguntas balanceadas que no generen sesgo en las respuestas, también las opciones de respuesta deben estar equilibradas para que sea la decisión de la ciudadanía y no el diseño lo que refleje su voluntad.

Para tener evidencia, realizamos una pregunta básica y cuestionamos a la ciudadanía si estaba de acuerdo o en desacuerdo con la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México. Las opciones de respuesta fueron dos “de acuerdo” o “en desacuerdo”, además de forma espontánea el entrevistado podía decir que no estaba de acuerdo ni en desacuerdo con la construcción de la obra; no contestar o decir que no sabía qué responder.

Los resultados del ejercicio muestran que la mitad de la población en el país está de acuerdo con la construcción del AICM, mientras que 39 por ciento está en desacuerdo. Otro 6 por ciento no tomó postura en el tema y cinco por ciento dijo no saber. Esta misma pregunta la realizamos en abril de 2018 y podemos ver que en cuatro meses creció siete por ciento las personas que dijeron estar en desacuerdo con la realización del proyecto al pasar de 32% a 39%.

Sin embargo, cuando preguntamos la opinión de las personas sobre la construcción del AICM en el contexto de la consulta y con opciones diferentes obtuvimos que la mitad de la población dijeron preferir mantener el actual aeropuerto y mejorar y adecuar la base militar de Santa Lucía para que se pueda usar para vuelos comerciales.

Con este diseño de pregunta donde contemplamos diferentes escenarios sólo 19% mencionó que es mejor seguir la construcción del nuevo aeropuerto tal y como se diseñó originalmente y 26% dijo que prefería seguir con la construcción del nuevo aeropuerto, pero reduciendo el costo.  Este es un claro ejemplo de cómo las preguntas juegan un aspecto fundamental en los resultados de las consultas.

Otro dato que pone en evidencia lo complejo que es consultar a la ciudadanía sobre ciertos temas es que el 45 por ciento de entrevistados considera que la construcción del nuevo aeropuerto es una obra innecesaria, mientras que 39% la observa como algo que el país necesita.  Con base en estos datos ¿se puede cancelar la construcción de la obra? ¿Se debe seguir? ¿Quién y cómo lo vamos a decidir? Y probablemente la pregunta de mayor trascendencia ¿es este el mejor método para tomar decisiones de política pública?

 

Artículo publicado en Milenio el 12 de septiembre de 2018

Disponible en: https://goo.gl/2hBmJ7

 

Nota Metodológica:

Parametría. Encuesta en vivienda. Representatividad: Nacional. Número de entrevistas: 800 encuestas realizadas cara a cara del 25 al 29 de agosto de 2018. Nivel de confianza estadística: 95 %. Margen de error: (+/-) 3.5 %. Diseño, muestreo, operativo de campo y análisis: Parametría SA de CV. Método de muestreo: Aleatorio sistemático con probabilidad proporcional al tamaño. Unidad de muestreo: Las secciones electorales reportadas por el INE. Población objetivo: Personas de 18 años en adelante con credencial para votar que al momento de la entrevista residan en el lugar de interés.

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